Dolor Y Placer

El dolor del parto como experiencia de transformación

Nuestra relación con el dolor

El dolor es una experiencia subjetiva, su percepción varía de una persona a otra.

Existen diferencias en como una persona percibe el dolor con respecto a otra; cuánto dolor es capaz de soportar, que dependen de su umbral de dolor.

Hay un factor emocional que acompaña al dolor; el sentimiento de miedo. El dolor es algo de lo que hay que huir; está ligado a una sensación de peligro, de estar atentos, listos para el ataque o la huída. Nos conectamos aquí con un sentimiento totalmente instintivo y animal.

Los seres humanos agregamos a estas sensaciones físicas y emocionales un factor mental: nuestras ideas frente al dolor, nuestras creencias y nuestra valoración.

El dolor forma parte de la experiencia humana; experiencia humana temida, de la cual intentamos huir, evitar, ya que el dolor; duele.

Al aceptar la presencia del dolor, considerándolo como algo que se afirma, omo una expresión de lo que aparece, validando esa experiencia como tal, sin reprimirlo, enaltecerlo, censurarlo, amordazarlo, exaltarlo, o desvalorizarlo, nos va a permitir comprenderlo, entender para qué está allí, como parte de nuestra experiencia; facilitaremos de esta manera la posibilidad de descifrar cuál es el mensaje que nos trae.

Tenemos la posibilidad de pararnos frente al dolor de una manera diferente, en lugar de verlo como a un temible enemigo, podemos verlo como a un amigo que viene a mostrarnos algo, como a un maestro.
Según Mary Pullig Schatz “En cualquier situación de dolor, hay dos componentes principales que determinan cuánto dolor uno percibe: el dolor básico y el dolor superpuesto por la reacción a ese dolor básico. Este dolor superpuesto viene de sentimientos de miedo, desamparo e incertidumbre generados por ese dolor básico. Uno comienza a preocuparse ¿cuánto tiempo este dolor durará? ¿Permanecerá así o empeorará? ¿Cuándo empeorará? ¿Qué pasa si nunca termina?”(1)

De esta manera nuestra mente determina nuestra relación con el dolor. “Hay un dolor mental que alimenta al dolor físico.”

El dolor del parto

Al preguntarle a mujeres embarazadas sobre qué expectativas tienen con respecto a su parto es muy común escuchar “que sea rápido, que no duela”, y ante la pregunta de si van a recibir analgésicos recibo un rotundo “por supuesto”.

Aparecen con frecuencia dos sentimientos: el temor y el deseo de evitar el dolor.
El exagerado miedo al dolor del parto, imposible de manejar, del ser “tomadas” por este dolor, supondría que el cuerpo femenino no está preparado para soportar este dolor.

“Cada mujer embarazada tiene una historia personal, única, una familia y una cultura que influyen de una manera determinante en su trabajo de parto. Durante el alumbramiento, una mujer trae consigo la experiencia de toda su vida, remontándose hasta su propia infancia y nacimiento.”

En nuestra cultura la amenaza de un dolor insoportable en el parto carga, nada menos que con el peso de ser el cumplimiento de un castigo divino; estamos signadas por la sentencia: “parirás con dolor”.

La importancia de la influencia cultural y social la destaca Jorge Díaz Walker.
Refiriéndose al parto, observa: “De generación en generación se va transmitiendo el “miedo a los dolores”, cada generación es más exagerada en su dramaticidad. Pero tienen que ver con la realidad con que cada mujer vivirá su femineidad. Siglos de sometimiento y opresión les harán hablar de “dolores” y no de “contracciones”, “dilataciones” o “desplazamientos”.

Cada contracción tiene un propósito, así como un comienzo, un pico de intensidad y también una culminación. Comprender que el dolor es una señal que nos indica que las contracciones uterinas están haciendo su trabajo para dilatar el cérvix, de manera de abrirle el paso al bebé hacia el exterior como parte de un proceso natural y fisiológico, y no una patología, ayudaría a cambiar nuestra actitud frente a él.

¿Qué pasaría si le cambiáramos el nombre? ¿ Si estuviéramos abiertas a lo que esa sensación corporal nos indica? ¿Es verdaderamente dolor? ¿De ser así, cuánto? ¿Qué puedo hacer naturalmente para aliviarlo? Y de ahí en más, con una actitud abierta de escucha; actuar.
“El miedo al parto se inscribe en una complejidad que se enlaza con el miedo al cuerpo, el miedo a lo natural y el miedo a la vida".

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