Parto

El parto es un proceso fisiológico más para el que la naturaleza nos ha dotado, no necesitamos dirección, ni intervenciones para facilitar nada, el cuerpo sabe bien lo que tiene que hacer. Sólo hay que controlar que todo vaya como debe ir. La tecnología nos tiene que servir para resolver problemas, no para crearlos: intervenciones, las justas y necesarias. Hay que abolir los rígidos protocolos hospitalarios que provocan cientos de cesáreas y malos partos tanto para la mamá como para el bb.

El parto fisiológico

El parto medicalizado

OMS

Dolor y placer

Clínicas

Fotos y Vídeos

Partos bonitos

Bibliografía

Qué es un parto

Verónica Blume, Icíar Bollaín, Aitana Sánchez Gijón… cada vez más españolas –conocidas o no– renuncian a la promesa de un parto indoloro, con epidural y hospitalización, en beneficio de su salud y la de sus hijos. Y es que, en el caso del parto, la tecnología no es necesariamente sinónimo de progreso. En España, el modelo de atención al parto es intervencionista e invasivo, y arrastra falsos mitos obstétricos originados hace dos siglos –como que la episiotomía previene desgarros–.
Un modelo del que toda Europa está de vuelta, ya que la tendencia actual es desmontar la parafernalia obstétrica y proveer a la madre y al bebé de una asistencia respetuosa; limitando las intervenciones médicas.

La tecnología en el parto está bien empleada cuando resuelve una situación que supondría algún daño para la madre o el bebé –como podría ser una cesárea por placenta previa–.

Pero está, sin duda, mal empleada cuando inhibe y sustituye funciones que la naturaleza hace sola.

En este caso se genera una cascada de consecuencias que a su vez hacen necesarias más intervenciones; la experiencia del nacimiento se desvirtúa, y a los implicados se les priva de vivir experiencias esenciales para su vida emocional, su futuro y el de nuestra especie.

Los ejemplos en el campo de la obstetricia son innumerables: el parto es forzado por la hormona oxitocina, se corta el periné por rutina, no se preserva la intimidad de la madre durante la dilatación y el expulsivo, se obliga a la posición horizontal durante ambas etapas… Además, en España se continúa pinzando el cordón umbilical inmediatamente tras la expulsión, una práctica muy lesiva para el bebé. El cordón sigue latiendo y suministrando sangre oxigenada de la placenta al bebé durante varios minutos, tiempo previsto por la naturaleza para comenzar a usar sus pulmones sin riesgo de privación de oxígeno. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero a veces son elocuentes.
Tomamos el pulso verdadero a la situación en España comparándola con otros paises. Descartamos el caso de Holanda, donde nunca se generalizó el parto medicalizado, porque el contraste sería demasiado radical. El Reino Unido estaba hace 20 años igual que España. Un buen ejemplo de que el cambio es posible.

¿ES MEJOR PARIR EN INGLATERRA QUE EN ESPAÑA?

«DE QUIÉN ES» EL PARTO

Inglaterra La mujer es protagonista de su parto, es sujeto de derechos y tiene la capacidad para tomar decisiones sobre los aspectos del proceso, siempre que no haya ninguna complicación médica. Se anima a la mujer a poner por escrito cuáles son sus deseos y elaborar un plan de parto del que hablará con su matrona, y que se adjunta a su historial para el día del parto.

España La Ley General de Sanidad y la Ley de Autonomía del Paciente reconocen el derecho de la madre a recibir información y decidir sobre los tratamientos que se le proponen, y a que se le den alternativas en caso de no desearlos. En lo que concierne al parto, estos derechos deberían ser respetados con mayor motivo, porque una parturienta no es una paciente, sino una mujer viviendo un proceso saludable. Pero esos derechos se ignoran casi siempre.

QUIÉN ATIENDE EN EL PARTO

La tasa de cesáreas y partos instrumentales es inversamente proporcional a la autonomía de las matronas. Cuanta más independencia, menos intervenciones. Mientras, los obstetras tienden a intervenir aun cuando no hay necesidad.

Inglaterra El seguimiento del embarazo y parto normales son responsabilidad de la matrona. La mujer conoce al equipo de matronas que le va a atender, lo que evita las sorpresas el día del parto. Se preparan en escuelas de matronería independientes.

España En los años 80 se clausuraron las escuelas de matronas, reabriéndose diez años más tarde como una especialidad de enfermería. Así se logran dos cosas: se asegura la subordinación de la matrona al médico y una formación intervencionista. Han perdido habilidades de las comadronas antiguas, pero son expertas en manejar el instrumental. En la medicina pública las matronas atienden los partos normales, pero la mujer no sabe quién le va a tocar, lo que deja al azar esta cuestión tan fundamental. En la medicina privada el responsable es el médico, y la matrona pasa a ser una simple ayudante, lo que provoca que la tasa de cesáreas sea aún más elevada.

INTIMIDAD

La necesidad de intimidad de la parturienta no se explica sólo en términos de dignidad o respeto. Una mamífera no puede dilatar si se siente amenazada, observada, dirigida o manipulada. Todo lo que produce estrés y estimulación del neocórtex es inhibitorio y dificulta el parto. Son perjudiciales la falta de intimidad, la presencia de desconocidos, el entorno ruidoso y luminoso inapropiado, y la postura impuesta.

Inglaterra La mujer pare en la habitación, en cuya puerta hay un cartel que dice Llamar dos veces y esperar respuesta. No entrar. Nadie puede pasar sin permiso de la comadrona o la persona que la acompaña. Ni siquiera puede estar una estudiante de matrona si la mujer no consiente. Detrás de la puerta hay una cortina que impide ver a la parturienta nada más abrir.

España La mujer dilata en la habitación y pare en el paritorio, donde cualquiera con bata blanca o verde entra intempestivamente. La necesidad de intimidad no se respeta. Es habitual que hagan tactos personas distintas, sobre todo en los hospitales universitario donde los estudiantes hacen prácticas. Y sin permiso, por supuesto.

ROTURA DE MEMBRANAS

La bolsa amniótica intacta durante el parto tiene ventajas: evita el prolapso de cordón –su salida del útero–, facilita los movimientos de rotación del feto y amortigua el efecto de las contracciones sobre el bebé, lo que es importante en caso de vuelta de cordón.

Inglaterra A la luz de los nuevos datos, esta práctica está cayendo en desuso. El parto se estimula cuidando las condiciones que favorecen el cambio del estado de consciencia en la mujer y la producción interna de oxitocina y, por supuesto, respetando su libertad de movimientos.

España Las membranas se rompen –por sistema– para acelerar el proceso del parto.

POSICIÓN DURANTE LA DILATACIÓN

Moverse y cambiar de postura favorece la dilatación y facilita la colocación, la rotación y el descenso del bebé. El instinto indica cuál es la mejor postura a través de un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.

Inglaterra La mujer tiene total libertad para moverse, caminar, colgarse de alguien, bañarse, sentarse sobre pelotas de goma, ponerse a cuatro patas o de rodillas apoyada sobre la cama, descansar o tumbarse entre contracción y contracción y, en suma, para hacer lo que le plazca. Puede beber y comer cosas ligeras que le aporten energía y no le produzcan digestiones pesadas.

España Lo habitual es dilatar inmovilizada en la cama, boca arriba, con las correas del monitor y el gotero de oxitocina. La postura y la falta de intimidad dificultan la dilatación y hacen del parto una dura prueba. La oxitocina provoca contracciones más dolorosas. No se permite comer ni beber.

MONITOR

Ejemplo elocuente de pescadilla que se muerde la cola, el monitor es siempre testigo, pero con frecuencia también es causa de sufrimiento fetal al obligar a la madre a estar tumbada; en una postura que genera innumerables complicaciones.

Inglaterra Sólo se monitoriza continuamente los partos de riesgo, ya que en casos normales, el monitor aumenta las cesáreas pero no mejora los resultados. En los partos normales se escucha al bebé con el cardiotocógrafo de bolsillo cada quince minutos.

España La monitorización constante es habitual. A veces con un monitor interno –pinchando el cuero cabelludo del bebé.

(Se ha demostrado, y así lo recogen las recomendaciones de la OMS, que el monitoreo continuo no mejora en absoluto la atención al parto. El bienestar fetal puede comprobarse con monitorización discontinua (a ratos) o sonicaid (claro, que para esto se necesita una comadrona pendiente de realizar los controles, mientras que una vez colocadas las correas de monitorización continua, pueden desentenderse y acudir sólo cuando la máquina da señales de alarma). En cambio, sí resulta en infinidad de casos perjudicial, por un efecto cascada:

- para monitorizar, hay que inmovilizar en posición de litotomía (acostada sobre la espalda), y ello durante horas (dilatación y expulsivo). Esta es la peor posición que pueda concebirse para el trabajo de parto y el parto entre otros muchos motivos porque se comprimen los vasos sanguíneos dorsales, disminuye la presión sanguínea y con ello la llegada de oxígeno al bebé. Resultado: sufrimiento fetal.

La actividad contráctil uterina tiende a ser más débil y menos frecuente, el pujo debe luchar contra la fuerza de la gravedad para empujar al bebé hacia arriba. El canal del parto en esta postura, con el coxis comprimido contra la cama, es más estrecho (1,5 cm menos que en posiciones verticales). El desdenso del bebé es más lento y dificultoso, y aumentan los partos instrumentales (fórceps), o incluso imposible (aumento de cesáreas).

- la ralentización del parto (o las necesidades hospitalarias: muchas mujeres, poco espacio, poco tiempo para atenderlas) impulsa a administrar oxitocina. De hecho, en los hospitales se administra de forma rutinaria sea cual sea la evolución del parto. La oxitocina provoca contracciones mucho más intensas y dolorosas; el dolor se vuelve insoportable y aún más inmovilizada en litotomía, y se hace imprescindible la epidural.

- en litotomía y con oxitocina, y una vez puesta la epidural para poder soportar el dolor intensificado por las prácticas hospitalarias de rutina, la inmovilidad es total, y desaparece el reflejo del pujo. Bloqueada esa sensación imperiosa que obliga a empujar sin reflexionar, el expulsivo se vuelve muchas veces ineficaz y hay que recurrir a fórceps o en último extremo cesárea para EXTRAER al bebé que la madre, en condiciones hospitalarias, no ha podido parir (porque su parto se ha convertido en una carrera contra los obstáculos impuestos por las prácticas hospitalarias).)

OXITOCINA

Esta hormona, que se aplica de modo rutinario, tiene muchos efectos: contracciones más dolorosas, aumento del riesgo de sufrimiento fetal y maternal, incremento de la necesidad de intervenciones: episiotomía, fórceps y epidural. Es, como la postura horizontal, responsable de numerosas cesáreas.
Inglaterra A no ser que se trate de un caso de inducción, no suele aplicarse.

España La oxitocina –usada sistemáticamente– forma parte del protocolo porque fuerza el parto, al que no se le asigna el tiempo que requiere su proceso natural.

EPISIOTOMÍA

Las principales causas de grandes desgarros son la posición horizontal, que alarga y estrecha el canal del parto, y la episiotomía. El Dr. Wagner (OMS) la considera una mutilación genital cuando no resulta necesaria, que es la mayoría de las veces.

Inglaterra Se evita por todos los medios, prefiriéndose incluso un desgarro a una episiotomía, porque éste cicatriza mejor y tiene menos efectos secundarios. Sólo se realiza si se prevé que el desgarro va a ser mayor, lo que ocurre raramente. A las mujeres se les informa con antelación cómo hacer para evitar empujar fuerte, permitir que la cabeza del bebé corone lentamente y facilitar el reflejo de expulsión fetal.

España Se realiza por sistema. De manera que para prevenir el 8% de posibles desgarros, se desgarra a todas las mujeres. Eso sí, se les informa y así ellas creen que es bueno.

EPIDURAL

Puede retardar la dilatación si se aplica antes de que ésta alcance los 5 cm , hasta el punto de requerir –en determinados casos– la cesárea. Es más frecuente en las inducciones, ya que un parto inducido es más doloroso que el normal y la epidural se pone antes.

Inglaterra La mujer tiene acceso a ella, pero no está garantizado que cuando la pida haya un anestesista disponible. Lo que se hace es evitar los procedimientos que provocan dolor –oxitocina, inmovilización boca arriba, episiotomía– , restringiendo su uso al mínimo. A las mujeres se les ofrece otras opciones más agradables y menos invasivas: baño de agua caliente, masajes en la zona lumbar o en los pies, sentarse en una pelota de goma…

España Es la última gran conquista femenina, la guinda del pastel del parto hospitalario, más doloroso que el natural.

(Un estudio (entre los muchos que hay) realizado en el Hospital General Juan Ramón Jiménez de Huela, publicado en febrero de 2004 en la revista "Clínica e investigación en Ginecología y Obstetricia", que muestra que:

- el período activo del trabajo de parto pasaba de 164 minutos de media sin anestesia a 231 con epidural (1 h más).

- el expulsivo, de 23 min de media pasaba a 50 con epidural.

- más grave: los partos instrumentales (ventosa, espátula, fórceps… con sus diversos traumatismos en la madre y el bebé) pasaban de un 8,7% sin anestesia a un 34,6% con epidural; y las cesáreas pasaban de un 8% sin anestesia a un 20% cuando se había administrado epidural durante el parto.)

PARITORIO

Las mamíferas necesitan sentirse a salvo y tranquilas para dar a luz. La influencia del entorno y las personas presentes son determinantes para que el proceso de dilatación se complete de forma correcta.

Inglaterra El parto tiene lugar en la habitación, y la mujer está acompañada por su pareja o la persona que ella decida, –incluido niños–, dos matronas, y sólo si es necesario el ginecólogo y/o el pediatra.

España La mujer pare en el paritorio, un lugar bastante incómodo además de feo, demasiado luminoso y ruidoso, donde cualquiera puede entrar y en el que la mujer se siente muy vulnerable.

POSICIÓN DURANTE EL EXPULSIVO

Cualquier postura es válida si la mujer se siente cómoda. La única inapropiada, y que ninguna parturienta escogería de motu proprio, es la litotomía: tumbada, con los pies sujetos en alto. Se trata de una reliquia del pasado que sería denunciable por los daños que puede originar.

Inglaterra Las mujeres paren en la postura que desean: en el taburete obstétrico, en cuclillas, a cuatro patas, de pie, de rodillas, en la bañera, sentadas, de lado. La posición de litotomía se reserva únicamente para los casos en que se deben utilizar los fórceps o la ventosa, que suceden muy raramente. La cama es adaptable y puede plegarse hasta convertirse en un sillón con perneras abatibles.

España El potro obstétrico, continúa siendo la estrella indiscutible del paritorio por dos motivos: es el más cómodo para el personal del hospital y asegura una posición de superioridad en relación a la mujer.

POST-PARTO

La hora siguiente al parto es un periodo crítico para el establecimiento de un vínculo madre-hijo, que influye poderosamente en la relación entre ambos.

Inglaterra Tras el nacimiento, el recién nacido se da directamente a la mamá y se les deja tiempo e intimidad para estar juntos y establecer el vínculo. Se promueve el contacto piel con piel y el inicio temprano de la lactancia. Se mantiene al bebé siempre con su madre, no hay salas-nido. Una vez en casa, la madre recibe la visita de la matrona durante el primer mes.

España No está previsto que no deba romperse ningún vínculo. Éste se entorpece por las muchas prácticas a las que se somete al recién nacido, porque hay que suturar la episiotomía o porque se lo llevan a observación. Cuando hay cesárea suele ser peor. En cualquier caso los centros actúan como si el bebé fuera de su propiedad. Por la noche, muchos hospitales se llevan el bebé al nido para que la madre descanse, lo quiera o no. A veces se les dan biberones o suero glucosado sin consentimiento de la madre.

EL PRINCIPIO DEL CAMBIO

Espoleado por las reivindicaciones de las mujeres y las advertencias de la OMS, el Reino Unido inició su transformación en los años 90, estableciéndose como objetivo el parto natural atendido por la Seguridad Social y la promoción de la lactancia materna, evitando las prácticas hospitalarias que tanto interfieren con el establecimiento de la misma. También se incluyó el parto en casa como opción para partos normales dentro del sistema estatal de salud. El primer paso fue devolver a las matronas la responsabilidad del cuidado de los embarazos y partos sin problemas, y una modificación de los programas de estudios en las escuelas de matronería.

Apología del parto en casa por Elena Ferrer

Estos son los motivos que me llevaron a decidir un parto en casa.

1.- El embarazo no es una enfermedad. Por lo tanto, el parto no es el desenlace de una enfermedad. Trasladarlo a un entorno hospitalario no me pareció necesario ni adecuado.

2.- Ningún hospital me ofrecia garantias de atender mi parto y el nacimiento de mi hijo según mis deseos. Y eso que mis deseos no eran caprichos excéntricos que fueran a poner en peligro nuestras vidas, sinó respetar las recomendaciones de la OMS y limitar las intervenciones a aquellas que la evidencia científica aconseja.

3.- El funcionamiento del sistema de atención al parto en este pais está en las antípodas de lo que yo considero un adecuado trato en el parto.

Jamás, a mi entender, un médico debe hacerse con el control y supervisión del parto, salvo que sea un parto que presente patologías asociadas que requieran de sus conocimientos y habilidades.

La comadrona debería ser la persona que vigilara el desarrollo del parto (y notese que pongo "vigilar", no "manejar" ni "guiar" ni "dirigir"). La comadrona debería ser una profesional que entendiera el parto como un acto fisiológico, que entendiera que es primordial dejar al cuerpo de la mujer realizar su trabajo, que supiera mantenerse en un segundo plano y actuar sólo cuando se requiere. Que supiera solucionar las dificultades y problemas más comunes en un parto, y derivar a un especialista en patologías (el médico) cuando algo fuera realmente mal. Sin embargo, y aunque hay comadronas maravillosas que están haciendo una gran labor en los hospitales, todavía hay muchas que no tienen ni idea de como funciona un parto normal y se limitan a poner vias, hacer tactos y seguir las órdenes del ginecólogo de turno, sin complicarse más la vida. Y aunque intenten hacer su trabajo de manera digna y profesional, en la mayoría de hospitales se las trata como simples ayudantes o subordinadas del médico, dependiendo de la dirección de enfermería en vez de constituirse como unas profesionales independientes, autónomas y con capacidad de decisión real.

4.- El plan de parto es una herramienta que debemos usar para salvar nuestros propios partos y también para tocar la conciencia de las cúpulas médicas, de los que inventan los protocolos que rigen los destinos de nuestros partos. Pero es una herramienta limitada que poco puede hacer, a corto plazo, contra la oposición frontal de algunos profesionales. Además, el tiempo, el miedo y la mala suerte juegan en nuestra contra. Mientras algunos planes de parto en manos de profesionales más o menos respetuosos, con mujeres decididas y valientes que tienen la suerte de tener un parto relativamente rápido y fácil, resultan planes de parto exitosos… qué pasa con mujeres que se bloquean ante una bata blanca, o que no tienen partos "suficientemente buenos" para que el profesional que las atiende esté dispuesto a esperar o a confiar? (Vease mi caso, por ejemplo, a ver en qué hospital se hubieran esperado 32 horas…).

5.- Los aspectos psicoafectivos son sumamente importantes en el desarrollo de un parto. Se infravalora a menudo la importancia de estar en un ambiente "amigable", esto es, tranquilo, íntimo, relajado… en el que la mujer se sienta confiada, protagonista, respetada. Es ya famoso el dicho de que "preguntar el dni a una parturienta puede parar el parto". Yo doy fe de que una llamada de teléfono, un ruido fuerte inesperado, un cambio de habitación no planeado… todo eso puede ralentizar el parto, pararlo. No me imagino qué efecto habrían tenido en mi parto cosas como: poner una via, trasladarme al paritorio, ver instrumental quirúrgico, discutir para que no me hagan la episio (con el médico tijera en mano), responder a preguntas del personal, aguantar las bromitas del anestesista, etc (todo son ejemplos que he leido de otros partos o que experimenté yo misma en la anterior ocasión).

6.- Poder recibir a mi hijo de la mejor manera posible, mejor que la que puede ofrecerme cualquier hospital por más respetuosos que se muestren. Mi hijo no recibió colirios profiláctos (pero sí fue vigilado muy de cerca para ver que no hubiera el más mínimo indicio de problema con sus ojitos). Mi hijo pudo recibir toda la sangre bombeada del cordón, que se cortó cuando dejó de latir, mi hijo no estuvo ni una décima de segundo separado de mi en el momento de su nacimiento y permaneció cerca de mi cuerpo constantemente - salvo breves momentos para revisarlo y pesarlo, cosa que se hizo a mi lado. Mi hijo fue revisado en contacto de manos amorosas y de superficies suaves y calentitas, nadie lo tumbó en una mesa fria ni se estiraron sus piernas para medirlo. Mi hijo no recibió un pinchazo de vitamina K, sinó que ésta le fue administrada oralmente. Mi hijo no sufrió aspiración de mucosidades rutinariamente, sinó que las expulsó por si mismo y enseguida respiró normalmente, y se le vigiló cuidadosamente por si hubiera necesitado ayuda para expulsarlas. Mi hijo no fue sondado analmente para comprobar la permeabilidad anal, sinó que se esperó a que expulsara el meconio (cosa que prueba que el agujero no está tapado). En definitiva, mi hijo no sufrió todas esas pruebas rutinarias que se les hacen a los bebés sólo porque está en el protocolo y nadie va a tener tiempo de observarlos cuidadosamente. Es decir, en el hospital, para asegurarse de que no la pifian, cambian tiempo de observación y cuidados por intervenciones estresantes y dolorosas. Siempre me dolerá haber abandonado a esas manos a mi primer hijo, no estaba dispuesta a hacerlo con el segundo.

7.- "Si pasara algo, nunca me lo perdonaría". Pues bien, ese fue mi argumento de más peso. Siempre leo que es el principal argumento contra el parto en casa, como si el hospital fuera el seguro contra todo mal. Pero después de analizar detenidamente los riesgos que se corren en un lugar y otro, me quedo en casa de lo más tranquila. Yo nunca me lo perdonaría si fuera al hospital y a mi hijo le pasara algo. Tengo muy claro que en el hospital salvan muchas vidas que previamente ellos han puesto en peligro. Cuantos niños en incubadora por inducciones antes de tiempo? Cuantos sufrimientos fetales por oxitocina, o por no dejar a la madre incorporarse? Cuantas cesareas por falta de progreso en el parto, cuando ellos mismos no dejan que ese parto progrese? Cuantas cesareas por desproporción cefalo-pélvica que se hubiera solucionado poniendo a la madre en cuclillas? Si me quedo en casa, atendida por una buena profesional, minimizo todos esos riesgos. Si me quedo en casa, vigilada por una persona que se va a dedicar 100% a mi, evito desangrarme sóla en un frio paritorio (como estuvo a punto de pasarme la otra vez), evito tener que llamar 5 veces a una enfermera antes de que se den cuenta de que estoy perdiendo mucha sangre (como le pasó a una de mis cuñadas). Evito, en definitiva, ser víctima de la falta de personal y recursos, de las prisas, de la confianza ciega en el protocolo que hace que muchos profesionales olviden su sentido común y se limiten a realizar las acciones que marca la rutina. Evito, al fin, que el desarrollo de mi parto lo marquen los cambios de turno, los tiempos pre-fijados a golpe de reloj (6 horas de dilatación, 1 de expulsivo). Por lo demás, pregunté a mi comadrona mil y una complicaciones posibles y su solución, y siempre me tranquilizó saber que había algo que se podía hacer, y que a última hora existía el traslado al hospital, y que la mayoría de traslados son relativamente tranquilos. Me olvidé de ese miedo irracional al "que pase algo", y lo sustituí por la certeza de que todo iba a ir de la mejor manera posible.

8.- Quería evitar el dolor y el sufrimiento. Sí, la epidural no me atraía para nada… No sirvió para salvarme de uno de los sufrimientos más intensos de mi vida (no hablo de dolor físico, aunque también lo hubo, pero no fue lo peor). En esta segunda ocasión jamás llegué a acordarme de la epidural. En ningún momento el dolor fue tan intenso como para hacerme desear una aguja clavada en mi columna. Moverme y sentir era un regalo para mi. Sólo al final, pocos minutos antes de que naciera Adrià, sentí "que no podía más". Pero pese al agotamiento y el dolor (que sólo en esas últimas horas fue duro) nunca me sentí arrepentida. Quizá, a diferencia de Rosa, que tuvo un primer parto hospitalario bueno, mi experiencia anterior me hacía pensar que jamás de los jamases me expondría a ese sufrimiento psicológico, sólo por aliviar un dolor físico que yo podía soportar. Un dolor que me traía a mi hijo. Un dolor que ya pasó. Un dolor que llevaba aparejada la recompensa de un parto, de un nacimiento, y alejarse de una intervención quirúrgica muy dolorosa, mucho más desde un punto de vista psicológico que físico.

Esos fueron mis motivos. Si alguien quiere ver aquí "apología del parto en casa"… pues sí, por qué no? Nunca recomendaría a nadie parir en casa a alguien que dudara, pues ha de ser una decisión tomada desde dentro de una misma. Los mismos motivos psicológicos que arruinan los partos hospitalarios (miedo, estrés…) pueden arruinar un parto en casa de una mujer no convencida de lo que está haciendo. El miedo y la inseguridad pueden hacer que acabe como el rosario de la aurora. Toda mujer debe parir allí donde se sienta más segura y tranquila, donde se sienta más respetada.

Yo, desde luego, no imagino un hipotético tercer parto en otro lugar que no sea mi casa (salvo que alguna complicación lo impida). Y, por supuesto, no imagino ir voluntariamente a un hospital bajo las condiciones que se dan actualmente en nuestro pais (con honrosas excepciones, y advirtiendo que ni el más respetuoso de los hospitales, ni el más acuarizado de los acuarios, puede igualarse a un parto en casa, por más que se aproxime).

Para mi, valiente la que, sabiendo cómo está el percal, se va al hospital.

Unless otherwise stated, the content of this page is licensed under Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 License